Estaba Jesús enseñando al borde de un lago, cuando un joven se le acercó y le preguntó:
- Señor, yo quiero ser santo como tú, ¿qué debo hacer para ser santo como tú?
- debes denunciar al publicano que cobra de más para enriquecerse a costa de los otros, pero debes sentarte a la mesa con él. Debes estar al lado de los cojos, los ciegos, los endemoniados, los mendigos y los leprosos, es decir, todos los que son marginados por nuestra sociedad. Debes compartir el vino con prostitutas sin que ello te incomode. Debes cuidar del huérfano y la viuda, y por sobre todo, debes entender que todo lo que le hagas a cada uno de estos mis pequeños, me lo estás haciendo a mí.
- ¡Pero Señor!, ¿cómo voy a ser santo haciendo todo eso, si es pecado?
- la santidad es reconocer el valor humano en otras personas, darse cuenta que tu prójimo es tu espejo, y discernir que Dios se manifiesta en tu vida por intermedio de otros hombres y mujeres. Amar a tu prójimo como a ti mismo.
Y el joven, al darse cuenta de lo difícil de ser santo, volvió a su iglesia, confiado en que los vacíos ritos religiosos le otorgaran dicha santidad.
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